
Por no disfrutar simplemente de vivir. Cuando eso suceda, al menos no dolerá reconocerse en la mirada de ningún otro. Porque será como nunca haberse visto. Mi encuentro con Marisa y sus caramelos, su voluntad para salir adelante, su emoción al saber que me llamo Geraldine, igual que su hija, hacen que algunas coincidencias sigan siendo gratas.