13 diciembre 2007

“¿Por qué te cuento esto?”, me preguntó, y se preguntó, en un momento el tanguero enamorado de la extranjera con pollera azul. Hacía casi una hora que tenía la misma duda, y me la repetía alternando los compases de “Zita”, que sonaba en una milonga húmeda de Flores. “No sé si es nuestro baile lo que me enamora”, dijo al final como sentencia. “El tango también es pasión con dudas: dos que bailan bien no siempre son buena pareja en la pista”, le contesté un poco seca, aunque imaginando su angustia de ojos tristes. Lo que él no podía evitar era mirarla. Me sorprendía ver su pasión y no celarla con los hombres que la sacaban a mostrar sus firuletes de taco aguja. Eso, creo, lo seducía más. La admiraba. La sabía suya en cada abrazo. Un rato antes me había confesado que le costaba separarse de su cuerpo entre pieza y pieza. Verlos juntos, sí, claro, eran como palomas peregrinando bajo el sol. Eran aire de cristal y melancolía. Sus cachetes pegados por el sudor. Paseaban por el salón rodeados por muchos, pero solos, juntos. Con la armonía de los violines –pensé- despertará sin ella, estirándose como un bandoneón. Recordará sus manos entrelazadas. Escupirá su cobardía de guapo con el primer mate de la mañana. Dejará que su tristeza pase al afeitarse, dolorido por un corte intencional en su mejilla. Peinará su pelo sucio con gomina del día anterior. Su camisa olerá a humo, y tristemente la recordará otra vez. Al limpiar sus zapatos sentirá la cera entre sus dedos, y deslizará un pulgar jugueteando un ocho en su cabeza. Improvisará un nuevo corte de bigote que no lo dejará conforme. Va a soñar que su chica se hace playa, canillita, diario. Con anteojos, mirando sus pies en la arena. Su chica de la espera, de la soledad. Su chica de tardes soleadas, de sangre con pasto, de venas con raíces en la tierra húmeda. Su chica de río, de vino, de atino. Soñará que se hace nube antes de la lluvia, la verá explotar en agua. Su chica húmeda. La que no recuerda, la que olvida. Su chica tabaco, arrebato de zapatos. Su chica de lacio rubio, de claro de luna. El no sabía si eso era amor.