03 diciembre 2007

Eran cerca de las cinco. En medio del verde, los vasos, el vino con hielo y el calor, una máquina empezó a escupir burbujas. Chiquitas,de perfecta redondez, multicolores en los bordes de su transparencia, con sabor a detergente. Explotaban cerca de nuestras caras y hacían arder los ojos. La belleza artifical a veces completa la ausencia de lo natural, pensé. Y me saqué fotos infantiles sola. Nos fuimos junto con el atardecer y la amenaza de lluvia. Bajo la glorieta, entre mate y mate, por fin, hablé. "Date vuelta y mirá", me dijo la pamping, con sus rulos más rebeldes que de costumbre, "es un arco iris de verdad".