30 abril 2007

Dos costados

Dejé del otro lado mi ingenuidad fulera y rocosa. El mejor lugar para ocultar esa verguenza es el fondo salado del mar. Con su belleza superficial esconde el silencio y la oscuridad absoluta. Necesaria. Me desprendí de los sueños cortos, de la magia asesina que alberga la esperanza individual. Tiré la oportunidad de dar, en ocasiones, oportunidades, porque entiendo que ciertas cuestiones, sobre todo las que tienen que ver conmigo, no pueden ir de la mano con algo tan impreciso, efímero y calculado. Crucé el túnel de rocas. Y pedí por fin un deseo.