31 julio 2007

Vice y versa

"Me volví transparente en un segundo. Me desdibujé en ese instante. Nunca querré saber qué se sintió en ese momento del cual no pude más que evadirme para apenas caminar. No sentí ni el frío. Ella me tomó de la mano y me rescató de un tirón. Después me abrazó como una mamá enorme, gigante. Hablamos poco porque nos gobernó el silencio. Le permitimos ese momento al corazón. Me vi por fin, cara a cara, conmigo. Lo viví, pero siento que me lo contaron, y por eso quedará en la memoria de los recuerdos. Como en esas alegres y sensatas costumbres con las que en algunos lugares se despide a los muertos, el llanto se mezcló con la risa, la tristeza se sacudió bailando y cantando. Masticamos el dolor con buena comida y se brindó a mi salud". A mí. Igual que a vos. No importa de quién sea la historia. Por alguna razón a todos nos resultan familiares ciertas cuestiones difusas entre el dolor y el amor.