24 noviembre 2007
Es sorprendente cómo se disparan fantasías cuando las sirenas suenan como pavas silbantes, mientras las ramas dan latigazos a mi ventana y los guisos de otros cosquillean mi nariz. Hay gente en el b, el c y el d, presentándose con aromas, colores y sabores. No reconozco el timbre. Ni el teléfono. ¿Es acá?, pregunto. Me animo a trepar por el ahora y desde arriba ver que ya es pasado el más inminente tiempo atrás. Como todo lo viejo, que convierte mi ignorancia en sorpresa y novedad. Repito como un mantra: ¿Es acá?